jueves, 20 de octubre de 2011

El reflejo de mi identidad en Phil Spector

Una risa malévola y un disparo fue lo único que recuerdo después de haber entrevistado a Phil Spector. Mi cabeza daba vueltas sin parar, mis brazos estaban tratando de levantarse del suelo que insistía en retenerme en ese estado inconsciente al cual me había inducido el gran golpe que me había dado Spector con su guitarra eléctrica. Mi primera reacción tras haberme medio despertado fue agarrarme hacia la mesa que estaba a mi lado y salir corriendo de aquel espantoso estudio de grabación. Vagamente, escuché varios gritos de Spector :
Y por aquí no vuelva, periodista de cuarta – me lo dijo con un tono de enfado mezclado con una risa satírica que retumbaba en mi oído.
Aun que no veía la sangre saliendo de mi cabeza, si sentía un gran chorro a presión que brotaba del lado izquierdo de mi cabeza y que se iba derramando sobre mi chaqueta de los Beatles y que me había costado alrededor de unos 500 dólares, pues se estaba conmemorando la salida de su single “Let It Be”. De hecho, lo que más me dolía era que mi chaqueta blanca y pura del grupo legendario de pop se había arruinado y no que se me estaba desangrando la cabeza.
Qué voy a hacer ahora?-pensaba en mi conciencia, pues sabía que no podía conseguir una nueva chaqueta de los Beatles, ya que era versión limitada y los avisos de “sold-out” invadían todas las disco tiendas de L.A, California. Mi única esperanza era disculparme con Spector y convencerlo para que me diera una nueva chaqueta de los Beatles, ya que como su productor el tenía todo el merchandasing que había salido  al mercado. Sin embargo, mi orgullo herido y mi instinto periodístico, me decían que podía sacar mayor provecho de un publi-reportaje sobre cómo el gran Phil Spector me había atacado en un ataque psicótico por no haber adulado su ego.
Entonces, lo primero que hice fue ir a hablar con George Milano, el editor en jefe de la edición matutina de “The New York Times” , quien en esa época era mi jefe.  En una espera agonizante, pues mi cabeza estaba a punto de explotar pero yo no quería irme hasta que  Milano me aprobara la idea de mi publirreportaje sobre la locura y psicosis de Phil Spector. Cuando entré a la oficina, lo primero que hice fue voltear mi espalda y dejar que mi George viera lo que me había hecho el productor musical de los Beatles.
Y eso es noticia?- me dijo Milano con una voz fuerte y casi regañándome.
No, es una potencial crónica o publi reportaje sobre lo loco que está ….
No me importa, yo pedí una noticia sobre el nuevo lanzamiento de las Ronettes… Si usted es incompetente y no  lo pudo hacer , entonces dudo que este sea el lugar apropiado para usted.
Con mi firme determinación y convicción aplastadas por ese editor implacable y despiadado, lo único que hice fue salir de la oficina con mi cabeza agachada y con tres o cuatro lagrimas a punto de caerse de mis ojos , causadas por la frustración de no haber podido demostrar mi talento. Ya no sabía que me dolía más si mi orgullo partido en dos o mi cabeza…
Lo que hice tal vez fue un poco loco pero quería lograr un objetivo: lograr que el mundo viera las locuras de Spector, por lo cual cogí rápidamente una cámara que estaba en  el escritorio del periodista grafico de “The New York Times” y me dispuse  a ir a hacer mi publirreportaje. Mi chaqueta ya anaranjada por la mezcla del blanco y el rojo de la sangre me podía delatar, por lo cual, decidí quitarme toda mi ropa e intercambiarla con un indigente que estaba a las afueras del periódico y que pedía comida repetidamente.
Si usted me da lo que tiene puesto, le regalo la ropa que tengo y 100 dólares, le parece?
Qué si me parece?, obviamente que sí- me respondió con una sonrisa de oreja a oreja y llevándose sus manos a su chaqueta notablemente desgastada.
Tómela, es toda suya!
Entonces, nos fuimos al callejón de la parte trasera y cambiamos la ropa. Le di sus 100 dólares y Salí corriendo, pues no podía perder tiempo: tenía que dejar al descubierto a Spector. Con la cabeza agachada, mis hombros encorvados y mis pies arrastrándose por las aceras limpias de Los Ángeles, llegué al estudio de grabación de Spector y lo único que hice fue esperar.  Ni siquiera las constantes gotas de lluvia ni los sonidos estruendosos de los relámpagos que iluminaban los cielos, pudieron quitarme  mi convicción. De hecho, el frio constante que se colaba entre mis piernas y en mis brazos, fue lo que me dio más fuerza para quedarme.
De repente, veo que Verónica o Ronnie-la esposa de Spector- salió del estudio de grabación y yo fui corriendo detrás de ella. Ella se metió por un callejón para ir a recoger su carro y yo la alcancé antes de que se subiera al carro.
Ayuda… me quieren robar!- gritó Ronnie, quien atemorizada llevó su cuerpo hacía atrás y se aferró al carro, pensando que yo le iba a hacer daño.
Yo no te quiero herir- le dije seriamente y mirándola directamente a los ojos- lo único que quiero, es que me digas por qué dejas que Phil te trate tan mal y sigas a su lado.
Tú eres el reportero de “Ny”?- me preguntó como si no lo pudiera creer- Phil te pegó muy duro y realmente está arrepentido.
Arrepentido?- le respondí yo en un tono irónico y satírico- si él se arrepiente de algo, es de haberse retirado por algunos meses del negocio musical.
No, todo el mundo cree conocerlo porque creen que es un loco, maniático y que sólo sale para comer. Todo el mundo jura que él es como un vampiro o un lobo- me dijo Ronnie, con las gotas en sus ojos.
Y entonces, por qué te trata así?- le dije yo en un tono malhumorado.
Porque él no sabe cómo lidiar con la presión, que fue la razón por la cual él te pegó  pues se dio cuenta que tú no temías decirle la verdad en la cara, como si lo hacen muchos en este negocio-afirmó Ronnie, con sus manos entrelazadas y mirándome directamente a la cara.
Fue ahí que entendí que mi obsesión por Spector había comenzado desde hace mucho tiempo atrás y que yo era muy parecido a él, pues mi papá también se había suicidado, no me gustaba relacionarme con las personas muy a menudo, no sabía cómo manejar la presión, tampoco había tenido buenas relaciones  sentimentales ya que no sabía cómo expresarme. En resumidas cuentas, la verdad era que quería diferenciarme de Spector y no quería verme refle

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